No jugar
Esta es la conclusión a la que llega el ordenador de la película "Juegos de Guerra" (1983) después de analizar todos los resultados posibles de las 3 en raya. No queremos desvelar el argumento porque, a pesar de haber pasado 32 años desde su estreno, seguro que hay más de uno que no la ha visto.
El caso es que si identificáramos estos juegos en los que nadie gana tal vez nos iría mejor a todos. En nuestro caso, los arquitectos llevamos unos años pasando nuestro particular calvario y la única manera que muchos han usado para sobrevivir es la de hacer todo más barato. Es razonable, pero entramos en un juego peligroso. ¿Dónde está el límite? Según las teorías liberales éste lo pone el mercado, en su casi mágica autoregulación, pero para eso debe haber unas reglas del juego claras (normas) y un árbitro (justicia) que sancione al que no las siga. No, no es una contradicción, autoregulación y control son compatibles y necesarias, pero en España nos quedamos sólo con la mitad del discurso y asimilamos autoregulación con el "todo vale".
No tenemos ni una cosa ni la otra, la picaresca manda y los honorarios de los técnicos bajan sin cesar, de modo que el juego pasa a ser autodestructivo. La recuperación de los honorarios mínimos obligatorios puede ser un camino a emprender para que no nos traten como un producto sino como un servicio profesional, pero lo principal es que todos tomemos conciencia de que no hay ganador posible en este juego.
"Un juego extraño.
El único movimiento para ganar es
no jugar."